La memoria a lo largo de los años

Mi nombre es Alberto Chab tengo 98 años, soy médico psicoanalista, profesión que ejerzo desde hace 70 años. Disfruto de muy buena salud física y lucidez muy satisfactoria. La pregunta que me hacen constantemente es cuál es el secreto de mi longevidad y estado. Lo que yo respondo invariablemente es que no tengo un secreto sino un sistema de vida practicado desde siempre que fue ejercitado como rutina por mis padres y que probablemente provenga de sus ancestros orientales que vivieron, como ellos, en Damasco, Siria. Tampoco debe ser ajeno a esto la profunda fe judaica de mi padre que impone una serie de comportamientos entre los cuales se destaca el imperativo talmúdico de saber leer y escribir muy tempranamente.

La primera y fundamental clave para el aprendizaje y la memoria es la concentración en lo uno está haciendo para así evitar accidentes de todo tipo, caídas, quemaduras, pérdidas, olvidos, etc. Habitualmente uno tiene la errónea sensación de que pensando en “lo que tengo que hacer después” se adelanta algo la tarea y se es más eficiente. Craso error: cada vez que uno mira el reloj le está preguntando “ ¿Cuánto falta para…” y eso perturba el enfoque adecuado para hacer bien la labor actual sin avanzar en la siguiente y perturba la concentración adecuada. 

La aplicación sistemática de la lentitud puede incorporarse como rutina para ordenar los pensamientos y en ese sentido puede ayudar mucho el hecho de practicar la meditación diaria de unos 20 minutos. Suele haber una confusión acerca de su instrumentación ya que es mucho más simple de lo se cree habitualmente, puesto que no se pretende ser un yogui, sino simplemente tener un mantra que consiste en “visualizar” mentalmente un objeto cualquiera, una luz o una parte corporal propia que desea relajar. Por ejemplo cerrar suavemente los párpados y aflojar la lengua o los músculos de la cara. Cada vez que, inevitablemente, la mente se dispersa, retornar a ese mantra tratando de dejar de lado lentamente todas las ideas que inevitablemente van surgiendo. 

Tengo que enfatizar que la memoria no es solamente mental y si bien en el cerebro está el hipocampo que es prácticamente el centro de la misma, el sistema muscular también automatiza movimientos y no es necesario pensar en los mismos ya que se ejecutan solos, y por esa razón es necesaria la reiteración. La vida no es un algoritmo uniforme que va a llegar a la misma resultante en todas las personas, lo más probable es que el resultado final sea una sorpresa nada desdeñable si se sigue el procedimiento que paso a describir: incorporar una gimnasia diaria moderada que puede consistir en flexionar las diversas articulaciones, pero es fundamental que cada persona deba ir probando los distintos movimientos para investigar y entender su propio cuerpo que es único e intransferible y así concientizar la satisfacción que esta actividad produce al generar endorfinas como la adrenalina o la dopamina.

 Esta acción podría ser optativa en la gente joven que tal vez está haciendo algo equivalente deportivamente, pero imprescindible cuando se es mayor, si bien nadie le va a reprochar que no haya hecho eso, su físico le pasará la factura. 

Hemos tratado estos dos aspectos en el grupo de gerontes que he convocado y es notable el resultado aún cuando sea tardío el inicio porque además el hecho de recordar asociativamente aspectos perdidos de nuestra vida, se reactivan viejas sinapsis o se crean otras nuevas y producen una flexibilización neuronal amplificada. Se ha comprobado además que un recuerdo tiene la misma conexión neuronal que la visualización misma del objeto concreto.

La memoria se ejercita día a día. Concentrarse en el presente, moverse, cuidar el cuerpo y nutrirse bien son pequeños pasos que ayudan a mantener la mente activa a lo largo de los años.