Aprendé a vivir con más calma: consejos para manejar la ansiedad en tu día a día

«Mi cabeza no para»… «Siento malestar todo el tiempo»… «Llega la noche y no puedo dormir»… «Me siento agotada»… Estas son algunas de las frases más comunes que escucho a diario en mi consultorio, expresadas por personas que, aunque no siempre logran entender qué les está pasando, saben que algo no está bien. En muchos casos, la causa subyacente de ese malestar es la ansiedad, una condición que ha venido ganando terreno en nuestra sociedad y que afecta, directa o indirectamente, a un número cada vez mayor de personas. 

Hablemos de la ansiedad

Vivimos en un mundo acelerado, donde las exigencias parecen multiplicarse a cada paso. Vivimos más en el futuro que en el presente, corriendo detrás de una meta que parece desvanecerse a medida que avanzamos. Las mochilas emocionales de cada individuo, esas cargas no resueltas del pasado y las preocupaciones sobre lo que vendrá, van sumando peso día tras día. En este contexto, la ansiedad no se presenta como un enemigo, sino como una señal, una advertencia que nos invita a poner atención a algo que no estamos procesando adecuadamente.

De hecho, la ansiedad es un mecanismo natural que nos permite sobrevivir. Es una respuesta del cuerpo ante situaciones que percibimos como peligrosas o desafiantes. Sin embargo, cuando esa ansiedad se vuelve constante, desproporcionada o difícil de controlar, comienza a afectar nuestra calidad de vida de manera profunda, limitándonos y haciéndonos sentir fuera de control.

Cómo afecta a cada persona

Para muchas personas, la ansiedad es un fenómeno invisible, un enemigo que no se ve pero que se siente intensamente. Es esa sensación de inquietud que se instala sin previo aviso, es el malestar que no se sabe de dónde viene ni cómo gestionarlo. En mi experiencia como psicóloga, acompañé a muchas personas que viven con ansiedad, y fui testigo de cómo esta condición puede infiltrarse en los pensamientos, las emociones e incluso en la salud física de los pacientes. Cada vez se escuchan más personas que terminan en centros de salud porque piensan que algo malo físicamente les está pasando y en realidad es su mente actuando. La ansiedad altera tanto el bienestar mental como el físico, afectando no solo nuestra capacidad para concentrarse o tomar decisiones, sino también nuestras relaciones personales y laborales.

En la mayoría de los casos, la ansiedad se alimenta de la rumiación: esos pensamientos repetitivos que no cesan, esa charla interna que parece nunca apagar su volumen. «¿Y si pasa lo peor?»… «No voy a llegar a tiempo»… «No soy suficiente». Esta constante preocupación genera un estado de alerta constante en el cuerpo, como si estuviéramos ante una amenaza, aun cuando no haya un peligro real e inmediato. El cuerpo responde con síntomas físicos como presión en el pecho, falta de aire, cansancio extremo, palpitaciones, insomnio. Esto ocurre porque nuestro sistema nervioso está funcionando en modo de «emergencia», sin descanso. Necesitamos desactivar el sistema simpático y activar el parasimpático que es el que nos vuelve a la calma. 

Vamos con unos tips para vivir con más calma

Cada uno tiene que ver qué le sirve y qué es lo que más es funcional a lo que está viviendo. Pero aca te dejo algunas ideas:

  1. Respirá para disminuir la ansiedad:

Practica la respiración abdominal. Inhala por la nariz contando hasta 4, retene durante 4 segundos y exhala lentamente por la boca contando hasta 6. Esto ayuda a calmar el sistema nervioso.

  1. Realizá ejercicio físico: 

Hacer ejercicio libera endorfinas que reducen el estrés y mejoran tu estado de ánimo.

  1. Establece una rutina

Tener horarios fijos para las actividades diarias reduce la incertidumbre. 

  1. Sumá a tu rutina opciones naturales: 

Que te hagan bien, para que puedan ayudar a aliviar los síntomas del estrés y la ansiedad, y contribuir a mantener el equilibrio emocional. 

  1. Practicá la gratitud

Tomate un momento cada día para anotar tres cosas por las que te sientas agradecido/a. Cambiá el enfoque. 

  1. Dormí lo suficiente:

Establecé una rutina de sueño regular y creá un ambiente tranquilo para descansar. La falta de sueño incrementa la ansiedad.

  1. Conectá con la naturaleza

Salir al aire libre, caminar por un parque o pasar tiempo en un espacio verde tiene un efecto calmante y reduce el estrés.

  1. Hablar con alguien que te de paz:

Compartir tus preocupaciones con un amigo o un familiar puede ayudarte a procesar la ansiedad y sentirte más aliviado/a. También puede ser tu profesional de confianza.

  1. Desafiá a los pensamientos negativos:

Si te encontrás pensando en lo peor, preguntate si realmente hay pruebas que respalden esos pensamientos y si podes ver la situación desde otra perspectiva.

  1. Siempre, SIEMPRE, buscar ayuda profesional

Si la ansiedad interfiere en tu vida diaria, un profesional puede ayudarte. 

Aprender a gestionar la ansiedad 

Lo más importante es que la ansiedad se puede gestionar. Y lo primero que debemos entender es que no estamos solos en este proceso. Muchas personas sienten miedo o vergüenza al buscar ayuda, temiendo que el solo hecho de hablar sobre sus emociones sea un signo de debilidad. Sin embargo, pedir ayuda es un acto de valentía, no de fragilidad. Buscar apoyo psicológico es el primer paso hacia la sanación, y puede ser el catalizador para que cada persona logre el equilibrio que necesita en su vida.

Las estrategias más efectivas para gestionar la ansiedad no son fórmulas mágicas, sino prácticas simples que pueden marcar una gran diferencia en la vida diaria. A veces, cosas tan sencillas como respirar de forma consciente, hacer ejercicio regularmente, dormir lo suficiente, o simplemente crear una rutina que nos brinde estructura y previsibilidad pueden resultar de gran ayuda. Esos pequeños actos de autocuidado tienen un impacto directo sobre nuestro bienestar emocional.

Sin embargo, en algunos casos, la ansiedad requiere un enfoque más profundo y profesional. Cuando los síntomas se vuelven crónicos, interfieren con el rendimiento diario o afectan la salud física de manera significativa, es esencial buscar atención especializada. Consultar con un psicólogo, y si es necesario, con un psiquiatra, es un paso fundamental para comprender y tratar de manera integral la ansiedad.

Hablar te salva 

Muchas veces, el simple hecho de tener un espacio seguro donde podamos hablar sin juicio sobre lo que sentimos es suficiente para empezar a comprender lo que nos pasa. En terapia, ofrecemos herramientas prácticas para manejar las emociones y afrontar las situaciones de estrés de forma más saludable. Pero también ofrecemos algo muy valioso: escucha activa y sin prejuicios. A veces, lo que más necesitamos es ser escuchados.

Tomar control sobre nuestra salud mental no es solo un derecho, sino también una forma de cuidarnos. La ansiedad no tiene que definirnos, ni controlar nuestra vida. Con el acompañamiento adecuado, el apoyo emocional y las estrategias correctas, es posible no sólo aliviar los síntomas, sino también comprender los mensajes que la ansiedad nos trae y aprender a vivir con mayor calma y equilibrio.

Si estás atravesando un momento difícil, te animo a dar el primer paso. Buscar apoyo no significa que estés fracasando, sino que estás tomando el control de tu salud mental y de tu bienestar. La ansiedad puede ser abrumadora, pero con paciencia, herramientas adecuadas y el acompañamiento adecuado, podemos encontrar la paz que necesitamos para vivir de manera plena.

No estás sol@ en esto. Buscar ayuda profesional o hacer algo que te haga bien es URGENTE Y NECESARIO para tu salud. 



Sol Buscio: Licenciada en Psicología MN: 71610

*Esta información es provista con fines de concientización, educacionales e informativos y no sustituye ni reemplaza la consulta médica. Ante cualquier duda o síntoma consulte a su médico.

Aprendé a vivir con más calma